Son imágenes todas, de la imaginación de varios locos que pintaron con cámara los sueños de un inconsciente colectivo que bien diría Jung, está unido a cada alma más allá de lo visible. El ejercicio cinematográfico siempre será un espacio para generar milagros y universos que evocan lo más sublime del ser humano.
Además de cuentos, se me ocurre hacer homenaje a las historias que han marcado mis ojos hasta tal grado, de llevarlas tatuadas en mi pupila espiritual.
La primera, Cinema Paradiso, la del niño que se emboba en una pantalla.
Acción, pues: